Desde hace ya unos años las vidas de muchas personas las dictan las redes sociales y lo que es viral. Algunas de ellas incluso, las han hecho ser su fuente de ingresos y estilo de vida. 

Personas que te dicen qué hacer, cómo vestir, qué comer e incluso a dónde viajar (de forma indirecta en la mayoría de ocasiones). 

Esto no es una crítica hacia las personas que ejercen este trabajo, faltaría más, no somos quién. 

En realidad es una crítica a nuestro criterio. ¿Cuánto hace que no escoges algo por ti misma? Piénsalo atentamente. ¿Llevas esos pantalones cargo porqué los llevan todas las chicas de TikTok o porqué realmente a ti te gustan?

Hasta qué punto las redes sociales han hecho que se duerman nuestras propias inquietudes e intereses o la búsqueda de ellas, la genuina.

Rossy de Palma en la película ‘Kika’

Últimamente nos está costando cada vez más encontrar contenido de calidad y original en las redes, del que había antes, ahora parece ser que todo es válido e igual de bueno. Solo importan los números, ser famoso a toda costa. 

Abres casi cualquier red social y ves siempre los mismos vlogs, misma forma de vestir e incluso, mismas opiniones y formas de hablar.

La falta de identidad propia es evidente y esto creemos que va de la mano del miedo y de querer formar parte del ‘rebaño’. ¿Desde cuándo eso es lo guay

Si revisamos la historia, siempre ha habido gente diferente y dispuesta a no tener miedo a destacar y cambiar un poco las normas. A ellos, les sigue siempre un grupo de personas. Es algo normal y cíclico. Por ejemplo David Bowie, los Sex Pistols, Vivienne Westwood y los movimientos glam y punk.

No es algo malo ni mucho menos el formar parte de un grupo, es parte de nosotros a nivel social y cultural y en muchas ocasiones, esto nos ha traído cosas muy positivas.

‘Encontrar tu sitio y sello de identidad’. 

Pero hasta qué punto mimetizarse es lo bueno, tanto que olvidas hasta tus propios gustos. Ahí es donde está lo ‘peligroso’, en olvidarse de uno mismo y del propio criterio.

David Bowie preparándose antes de un concierto

Todos somos fans de algo o de alguien, pero no por ello tenemos que cambiar nuestra forma de ser, actuar y pensar. Lo bueno de vivir en un mundo ciberneticamente libre (en la mayoría de ocasiones) es que hay sitio para todo el mundo y eso incluye tu propia identidad. 

Es igual de válido y original el bolso vintage heredado de tu abuela que Le Cagole de Balenciaga, vivir una vida tranquila con rutinas en Granada que mil y una aventuras en Indonesia; la gracia de todo esto es que hay cabida para ambas cosas y público suficiente que pueda valorarlo. 

Lo importante es transmitir y enseñar con respeto. 

Nuestra reflexión (y autocrítica) es que necesitamos una re-educación creativa en cuanto a contenido en redes sociales, no solo hace falta mucho trabajo en la parte del respeto hacia las otras personas si no también, en crear de nuevo comunidades seguras en las cuales no nos de miedo expresarnos libremente y, si no queremos llevar pantalones cargo u opinar lo mismo que tú, que nuestro contenido no quede invalidado directamente solo por ello.

11 de noviembre de 2022

Macarena López y Mónica Ribera